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La guerra mundial de nuestros tiempos: ¿y si es sin armas?

24 feb. 2023

Mauricio Rubio Martínez

Casi todos los libros de historia de cualquier país, relatan con mayor o menor detalle los distintos conflictos bélicos más famosos del mundo: movimientos sociales, de índole religioso, revoluciones nacionales en distintos continentes y por supuesto las renombradamente penosas primera y segunda Guerras Mundiales, acontecidas apenas en el siglo XX. En el caso de estas últimas, hay un sinfín de testimonios, relatos, libros e incluso películas (en múltiples idiomas) que ilustran las lamentables y terribles escenas que se vivieron en los distintos países protagonistas; y por supuesto, también existen cientos, si no miles de libros y artículos que describen los efectos devastadores.

Como consecuencia de ello, la humanidad ha vivido en mayor o menor medida, con el temor de que, en cierto momento, algún país poderoso en sus ansias de “dominar el mundo”, detone un nuevo conflicto de proporciones épicas y que termine por destruir prácticamente el mundo entero, al menos como hoy lo conocemos. Con el avance tecnológico de las últimas dos décadas, también se puede imaginar que sería una guerra cruenta y letal coordinada por los robots y máquinas provistas de inteligencia artificial que terminarían por destruir al género humano. Sin embargo, vale la pena detenerse un poco y cuestionarse si la siguiente guerra mundial, no se estará viviendo ya y se está llevando a cabo en el terreno de lo económico y comercial, donde las armas son elementos de esta materia que, si son llevadas al extremo, pueden devastar incluso países enteros. 

Hace poco más de un año, Rusia emprendió un ataque sobre Ucrania, provocando la condena de la mayoría de la comunidad internacional. Declaraciones de organismos internacionales, apoyos para el país con menor ventaja aparente en el conflicto, desde armamento hasta financiamiento adicional para que continúen defendiéndose del invasor al que se le han impuesto múltiples sanciones económicas sufriendo el castigo de ser literalmente expulsado del sistema financiero mundial y con muy pocos países que mantienen una relación comercial con él. 

Y a pesar de esto, que en algún momento pudiera ser brutal para cualquier economía, Rusia muestra resiliencia y pareciera que hubiese estado preparada para esto y más.  Y así, se ven “cosas nuevas” en una guerra que prometía ser apoteósica en todas las economías del planeta: Europa con una crisis energética importante a consecuencia de la dependencia del gas ruso y alimentario puesto que Ucrania es uno de los más grandes proveedores de granos del planeta, lo que se ha traducido en escasez y en una escalada de precios en muchos productos.

Por otra parte, se observa a China interviniendo comprando el petróleo ruso a precios “de oportunidad”, mientras que Estados Unidos busca desesperadamente disminuir el precio del barril para contener una inflación fuera de control en su territorio, mientras los árabes contemplan con una sonrisa socarrona lo que sucede en el escenario. 

Si se suma a esto que, apenas se está tratando de solucionar la gran cantidad de problemas que se ocasionaron por la pandemia en las cadenas de suministro mundial, los cuales siguen estando en muchos campos, se convierte en un dolor de cabeza. Habría que añadir la fortaleza del empleo en la economía más grande del mundo y una política monetaria expansiva en China (sí, expansiva) que apenas levantó sus restricciones por el Covid. Todos los países del mundo están luchando con inflaciones no vistas en al menos 20 años (hasta 40 en algunos casos) y así, se puede sumar una buena cantidad de acontecimientos económicos y comerciales. Y no es de sorprender que muchos se cuestionen si ¿no será que se está en una guerra mundial muy pero muy diferente a las ya vistas y de pronóstico reservado? 

Y entonces, ¿qué hacer? Observar muy bien antes de tomar decisiones, actuar con mucha cautela y ser muy prudente, tanto a la hora de invertir como a la hora de gastar. No se trata de generar pánico, sólo se trata de reflexionar que se está en un entorno con un nivel alto de incertidumbre y volatilidad y probablemente el mundo se mueva en ese contexto por un tiempo más largo. Por supuesto que hay riesgos, pero también oportunidades y si se actúa con prudencia podrán identificarse con menor dificultad e incluso, acotar posibles pérdidas en un entorno aún incierto que, seguramente, está modificando el mapa económico, comercial y financiero de las siguientes décadas.

 

Mauricio Rubio Martínez
Head of Institutional and Corporate Sales -  BBVA Asset Management
mauricio.rubio@bbva.com