Un mundo digital, un mundo feliz
5 jul. 2019
El contexto global de las inversiones se ha ido transformando de forma vertiginosa durante los últimos 20 años. Tras la crisis denominada“dotcom” detonada por la caída de las empresas de tecnología en el índice Nasdaq a finales de los años 90, se pensó que la tecnología no tendría una aplicación práctica que volviera a justificar las elevadas valuaciones de las empresas dedicadas a desarrollar software. Alrededor de esos mismos años, se dio otro tipo de innovación: la financiera, a través de los instrumentos derivados. Pensados en un inicio como un mecanismo de protección ante las fluctuaciones de los precios de los productos agrícolas, la explosión en el uso de estos instrumentos los llevó a tener como subyacentes (referencia o soporte) los más impensados activos financieros, tales como las tasas de interés, el oro, la volatilidad y hasta la energía. El mismo instrumento financiero sirvió lo mismo para cubrir ciertos riesgos como para especular con el movimiento del precio de los subyacentes.
A la par de estas transformaciones, en el mundo iban creciendo los niños y jóvenes que empezaron a conformar la llamada generación de los millennials o generación “Y”. Esta generación creció en un mundo con computadoras y consolas de videojuegos que les permitieron sentirse cómodos con el uso y la convivencia con la tecnología. La conectividad, la ubicuidad y la inmediatez con la que asumen que pueden satisfacer sus necesidades, los convierten en una generación muy exigente en el uso de los servicios, incluyendo, de manera muy relevante, los financieros. Muchos de los millennials más jóvenes no conciben la idea de ir a una sucursal bancaria y algunos llegan al extremo de no sentirse cómodos hablando con un ser humano y prefieren “chatear con alguien”, aunque ese “alguien” signifique comunicarse con un asistente virtual, un algoritmo de inteligencia artificial o un “chatbot”.
En este contexto, el conjunto de entidades que conforman el sistema financiero global se encuentran compitiendo en un mundo que poco tiene que ver con aquel en el que fueron creadas. La lucha por la supervivencia en este nuevo entorno es incesante. Quienes buscan implementar las mismas estrategias que en algún momento les dieron resultados, como las llamadas telefónicas para ofrecer una tarjeta de crédito, serán las primeras víctimas de este nuevo ecosistema.
La arena digital va más allá de contar con un canal adicional a través del cual promover productos y servicios financieros o de mejorar la experiencia del cliente. Se trata, más bien, de una cadena que empieza con un dispositivo electrónico móvil, pasando por nuevos procesos ágiles en el otorgamiento de servicios y la renovación de los sistemas informáticos anacrónicos heredados del pasado por las entidades financieras, y termina con el manejo, resguardo y análisis de un gigantesco volumen de información. Se trata del mundo del big data, de la inteligencia artificial, de los algoritmos, de las criptomonedas y del blockchain. Se trata también de un nuevo mundo feliz, pero sin duda las primeras fases de la transición de la banca tradicional a la digital traen consigo muchas oportunidades, entre ellas, que los clientes comprendan y aprendan más sobre sus finanzas personales.
victordaniel.rodriguez@bbva.com
VP- Liquidity Management & LatAm Coodination BBVA Asset Management