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¿Riesgos deflacionarios en Asia?

20 jul. 2023

El 11 de julio de 2023, la Oficina Nacional de Estadísticas de China publicó el incremento de precios para el mes de junio, mostrando una lectura sin cambios respecto al año anterior. Llama la atención que el índice de precios al productor reveló su caída más grande desde el 2016, para ser probablemente el único país en el mundo con una política monetaria acomodaticia, esta es una dinámica interesante.

La inflación se define como el incremento generalizado en el precio de bienes y servicios sobre un periodo definido de tiempo; las causas de esta, dependiendo de la óptica teórica con la que se analice, varían desde un incremento en la oferta monetaria y bajas tasas de interés que propulsan la demanda agregada de la economía, hasta un choque de oferta, como tal fue el caso del 2020, cuando los medios de producción fueron forzosamente puestos en alto ocasionando una disminución en la producción de bienes.

La deflación es un fenómeno exactamente opuesto a la inflación. Cuando esto ocurre, el precio de bienes y servicios tiende a caer de manera generalizada, lo que a su vez, incrementa el poder adquisitivo del dinero.

Si consideramos que las economías desarrolladas fueron particularmente afectadas por un incremento en el precio de energéticos y alimentos derivado del conflicto entre Rusia y Ucrania, para China, el traspaso inflacionario ha sido limitado ya que las medidas de control de precios ayudaron a proteger la economía de estas fluctuaciones.

Sin embargo, después de las reglas excesivamente severas de la política Zero-COVID, el país se encuentra en riesgo de deflación derivado de una débil demanda del consumidor y baja inversión privada. Este comportamiento abona en gran medida a un sentimiento negativo de su población.

La cúspide de la reciente debilidad interna en China es el sector inmobiliario, el cual antes de la pandemia era una fuente crucial de crecimiento. Entre enero y mayo, la inversión en dicho sector ha caído 7.2%. Los efectos de la contracción para este sector en particular, pueden ayudar a explicar el por qué la inversión privada también ha perdido fuerza.

Muchos negocios en China usan los inmuebles como garantía colateral para sus préstamos. De igual manera, si los dueños de casas se preocupan por su activo más valioso, gastar se vuelve complicado, lo que a fin de cuentas reduce la propensión marginal de consumir, cuando esto ocurre, el consumo de bienes se posterga y tiende a preferenciarse el ahorro.

Para contrarrestar este efecto e incentivar nuevamente el consumo, los formadores de políticas deben de tomar cartas en el asunto y estimular de manera efectiva la economía, especialmente el consumo.

Ante un ecosistema tan retador y con resultados por debajo de las expectativas, los inversionistas globales continúan esperando medidas de estímulo económico por parte del gobierno chino. El Banco Central ha recortado las tasas de interés, aunque de manera acotada.

El estímulo fiscal de Beijing ha sido direccionado en su mayoría al gasto en infraestructura y negocios a través de recortes de impuestos en lugar de transferencias directas a la población para incentivar el consumo, especialmente hacía el estrato de bajos ingresos. Este sector tiende a mostrar una mayor propensión a gastar y es el que sufrió más durante la pandemia debido a una baja base de ahorros.

La posición económica de China comparte muchas similitudes con la de Japón hace tres décadas, factores tales como una burbuja inmobiliaria, sobre apalancamiento en el sector privado y una población que envejece, pusieron severa presión al crecimiento de Japón, redujeron el consumo y llevaron a la nación a un grave escenario de deflación. Dicha situación necesitó de políticas económicas extraordinarias. La lección clave de Japón para China es que los legisladores deben evitar hacer muy poco y demasiado tarde.

Alan Josué Vázquez Alvarado
Asset Allocation Portfolio Manager
BBVA Asset Management
alanjosue.vazquez@bbva.com